sábado, 5 de diciembre de 2009

El improvisado diario de viaje de un extraño extraño (Capítulo 1)

No se que se lo que me impulsa comenzar este inexplicable viaje y ni siquiera puedo recordar como he llegado aquí... ahora solo me veo caminando y saltando en enloquecida euforia como si hubiera llegado a alguna parte cuando en realidad no hay más que niebla y granizo... y yo en pantalones cortos.
¿Queréis conocerme? Dudo mucho que podáis pues ¿Como alguien que se desconoce puede conocer a un extraño? Seguramente os contare algo de mi aunque de mi no contareis para conocerme. Intentareis atizar a cabezazos mis palabras creyendo que así llegareis al lugar donde me encuentro ahora pero no os confiéis de lo que digo... soy incapaz de recordar el aire que me rodeaba ayer ¿Podéis vosotros recordarlo por mi?
Si os sirve de consuelo, os diré que provengo de la tierra llamada "Relojera" donde todos los días se podrían explicar en uno solo.
Por entonces, los días eran tan grises como las personas que veía pasar delante de mis ojos. No podía más que dar vueltas sobre el mismo camino que había tomado desde que nací... y a diferencia de muchos seres con los que me encontraría en el futuro próximo, no tuve infancia. "Llegar a tiempo" era lo único que me latía en la cabeza.
Pero de la tierra Relojera ya hablaré en otra ocasión... creo que es más adecuado ceñirme cuando empecé con esta adicción llamada... bueno no sé si tiene nombre, solo sé que me he vuelto adicto a "eso".
Creo recordar que tal vez todo comenzó cuando moviéndome al ritmo que marcaba el reloj de mi pecho (los nacidos en esta tierra nacen con un reloj incrustado al pecho... ya dije que ya hablaría de esto en otro momento) derrepente este se paró.
Desesperado, intenté que volviera a funcionar dándole fuertes golpes con mi puño... pero fue inútil. El reloj estaba estropeado y eso significaba que ya no podría ir al mismo ritmo que los demás. Sería marcado y odiado por algo que no pude evitar...
Me senté en el suelo llorando desoladamente. Casi seguro de que no volvería a tener la misma cómoda vida (mi anterior vida... otro tema que trataré... pienso que otro día).
Sin apenas control de mi mí mismo, reparara que justo enfrente mía estaba una brújula. Bueno, a decir verdad, no sé si llamarla brújula porque no marca ningún punto fijo y además, la aguja cambia de sentido a cada poco. El caso es que me gustó tanto que no pude evitar quedármela. Y a partir de ese momento, dejé atrás mi anterior vida para empezar esta travesía hacia ningún sitio con mi alocada brújula al frente. Tuve enormes dificultades para salir de mi tierra pues estaba prohibido viajar y los vigilantes son unos perros viejos en estos asuntos pues mareas de seres como yo intentamos salir de este lugar en cuanto se nos para el reloj pero es inútil, es importante allí que tengamos funcionando o no el reloj, ocupemos nuestro lugar en la tierra. Pero finalmente lo conseguí con un poco de curiosa fortuna.
Después de eso, tendría lugar numerosos viajes en los cuales me encontré con seres tan peculiares como yo y pequeñas hazañas que otros realizarían para mostrarme que no era el único que estaba atado en su mundo.
¡Pero en fin! Eso será otro día. Ahora espero que poco a poco lo vaya anotando todo en este viejo y malgastado libro que me acabo de encontrar.
Es curioso este libro. Las letras de las páginas están borrosas... como si provinieran de algo lejano y apenas se notan. Eso me permite escribir sobre ellas con porte indeciso pero furioso.
Además, el libro no tiene título... tal vez pueda saber algo de él en un futuro ¿No creéis?
Me despido hasta que me acuerde de ti, mi improvisado diario... cuando mis pensamientos usen a mis dedos como piernas para caminar.

domingo, 15 de noviembre de 2009

El cuervo de las estrellas

Las oscura nubes lo llenaban todo. Llovía intensamente y la luz de la Luna apenas podía penetrar en ese cascarón de humo que enturbiaba mis pensamientos.
Caminaba con dificultad. Era un ciego sin bastón que sentía como cada gota que caía del cielo se le incrustaba en el cuerpo aumentando más el peso de la angustia pues había sido herido de muerte por una incandescente lanza de hierro oxidado que se clavara justo en el centro de mi pecho. A cada paso que daba, la lanza ardía con más furia en mi interior.
No pude aguantar más, me arranqué la rojiza lanza con todos mis esfuerzos. Sin embargo, el intenso esfuerzo hizo que cayera de espaldas en el fangoso suelo.
Atrapado en mis propios tormentos, mis lágrimas caían de mi rostro mientras cantaban esta agridulce canción:

¡Oh cuervo de las estrellas!
¿Donde te encuentras mientras bailas con ellas?
Tu plumoso manto negro ónice
me llena de tristes recuerdos de aquello que no hice

Tienes espinosas garras de hojalata
que estallan cuando te da de la gana
pues como sabe hasta la más callada rana
son más peligrosas que una de plata

¡Pero no todo eres de fino material!
Pues vas en busca del Ideal
atravesando siniestros mundos
dejando a los cobardes buitres mudos

A través de tu dorado pico
que codiciaría un asqueroso rico
clamas a las puertas del infierno
aunque en el fondo eres tierno

¿Y como es que puedo saberlo?
Una grulla me enseñó a verlo
Y tus ojos rojos como el mismo fuego
hacen crecer mis esperanzas de que siempre habrá un luego

Por eso te canto fuerte
para que tengas suerte
Tu aura debe ser elogiada
para que no sea obviada

Así que... ¡Baila cuervo! ¡Baila con las estrellas!
Cuando nos volvamos a ver
tendremos que leer lo que hicimos ayer
y entre carcajadas gritaremos... ¿Recuerdas?

Para cuando las lágrimas se fueron cantando y danzando, las terribles nubes ya se habían ido.
La Luna, junto con las estrellas brillaba como la reina que sonriente pedía que me arrodillara ante ella glorificando su silencio y belleza.
No tardé en darme cuenta de que en aquel seco árbol que había estado admirando mientras salía del fango estaba el cuervo... el cuervo de las estrellas.
Nos miramos fijamente alegres de saber que podíamos contemplar el estrellado océano. Pero más que eso... fue el instante el que hizo que nos riéramos de nuestra insignificante existencia.
¡Música! ¡Ahora sé que son las palabras con fuerza y viveza! Ahora puedo abrir mi mundo y hacerlo crecer sin miedo a que me estalle la cabeza. Te debo mucho cuervo de la estrellas aunque tampoco te quejas. Has visto lo inmensa que es mi Luna y te desorienta estar en ella.
Un narrador con voz seca e inexperta de la viveza nos anunciaba cuando nuestros destinos tomaban sentidos distintos. Yo a mi paso en el suelo de la Tierra (en mi largo peregrinaje antes de volver a mi verdadero hogar... la Luna que ensueña)en busca del absurdo. Y tú, despegas y vuelas con la decisión de tu voluntad.
Un sonido de viento y eléctricidad deja tu rastro en el inicio de tu intrépida aventura.

Pero no nos abandonamos,
nuestro cálido y corto abrazo dieron fé a las estrellas
de que nos reuniremos otra vez para verlas...
y así avanzamos

Así cuando las miradas se fijen en mí...
cerraré los ojos con dolor hacia tí
mientras en silencio pensaré con endereza...
¡Pero el poeta no lo era yo!
¡He aquí mi gran certeza!

Un abrazo y hasta la proxima...

miércoles, 16 de septiembre de 2009

¿Nl hv vngrvnwv? Sientelo

Fnz hlñyiz ivxfyiv glwzh ñrh vngizmzh. Fn kvnhzñrvngl, fnz ivuovcrln hln hfurxrvngvh xlñl kziz jfv vhgz hv ñv zkzivaxz vn glwz hf vhvnxrz. Gzo eva wvyvirz ooznziov ñrvml kvil hlb rnxkza wv rngvngzi oozñzioz wv zotfnz uliñz. Ñr erwz b ñrh ivxfviwlh ñv szxvn evi jfv vo wfil b ozitl xzñrnzi kfvwvn zxzyzr vn oz Nzwz, sliilhz erhrn wvo kivhvngv.
Nl krvnhl kzizi, vh wvñzhrwl gziwv kziz vool. Zhliz vngrvnwl xfzn wrurxro vh wvxri oz kzozyiz ERERI b ñrh wvhvlh wv kilnfnxrzioz xln oz oryvigzw wv ñrh hvngrñrvnglh.

¿No lo entiendes?
Ahora me sientes
Con la contradicctoria llamada de la inspiración
siempre con mi sensación
en profunda interpretación