domingo, 15 de noviembre de 2009

El cuervo de las estrellas

Las oscura nubes lo llenaban todo. Llovía intensamente y la luz de la Luna apenas podía penetrar en ese cascarón de humo que enturbiaba mis pensamientos.
Caminaba con dificultad. Era un ciego sin bastón que sentía como cada gota que caía del cielo se le incrustaba en el cuerpo aumentando más el peso de la angustia pues había sido herido de muerte por una incandescente lanza de hierro oxidado que se clavara justo en el centro de mi pecho. A cada paso que daba, la lanza ardía con más furia en mi interior.
No pude aguantar más, me arranqué la rojiza lanza con todos mis esfuerzos. Sin embargo, el intenso esfuerzo hizo que cayera de espaldas en el fangoso suelo.
Atrapado en mis propios tormentos, mis lágrimas caían de mi rostro mientras cantaban esta agridulce canción:

¡Oh cuervo de las estrellas!
¿Donde te encuentras mientras bailas con ellas?
Tu plumoso manto negro ónice
me llena de tristes recuerdos de aquello que no hice

Tienes espinosas garras de hojalata
que estallan cuando te da de la gana
pues como sabe hasta la más callada rana
son más peligrosas que una de plata

¡Pero no todo eres de fino material!
Pues vas en busca del Ideal
atravesando siniestros mundos
dejando a los cobardes buitres mudos

A través de tu dorado pico
que codiciaría un asqueroso rico
clamas a las puertas del infierno
aunque en el fondo eres tierno

¿Y como es que puedo saberlo?
Una grulla me enseñó a verlo
Y tus ojos rojos como el mismo fuego
hacen crecer mis esperanzas de que siempre habrá un luego

Por eso te canto fuerte
para que tengas suerte
Tu aura debe ser elogiada
para que no sea obviada

Así que... ¡Baila cuervo! ¡Baila con las estrellas!
Cuando nos volvamos a ver
tendremos que leer lo que hicimos ayer
y entre carcajadas gritaremos... ¿Recuerdas?

Para cuando las lágrimas se fueron cantando y danzando, las terribles nubes ya se habían ido.
La Luna, junto con las estrellas brillaba como la reina que sonriente pedía que me arrodillara ante ella glorificando su silencio y belleza.
No tardé en darme cuenta de que en aquel seco árbol que había estado admirando mientras salía del fango estaba el cuervo... el cuervo de las estrellas.
Nos miramos fijamente alegres de saber que podíamos contemplar el estrellado océano. Pero más que eso... fue el instante el que hizo que nos riéramos de nuestra insignificante existencia.
¡Música! ¡Ahora sé que son las palabras con fuerza y viveza! Ahora puedo abrir mi mundo y hacerlo crecer sin miedo a que me estalle la cabeza. Te debo mucho cuervo de la estrellas aunque tampoco te quejas. Has visto lo inmensa que es mi Luna y te desorienta estar en ella.
Un narrador con voz seca e inexperta de la viveza nos anunciaba cuando nuestros destinos tomaban sentidos distintos. Yo a mi paso en el suelo de la Tierra (en mi largo peregrinaje antes de volver a mi verdadero hogar... la Luna que ensueña)en busca del absurdo. Y tú, despegas y vuelas con la decisión de tu voluntad.
Un sonido de viento y eléctricidad deja tu rastro en el inicio de tu intrépida aventura.

Pero no nos abandonamos,
nuestro cálido y corto abrazo dieron fé a las estrellas
de que nos reuniremos otra vez para verlas...
y así avanzamos

Así cuando las miradas se fijen en mí...
cerraré los ojos con dolor hacia tí
mientras en silencio pensaré con endereza...
¡Pero el poeta no lo era yo!
¡He aquí mi gran certeza!

Un abrazo y hasta la proxima...